Poesías personalizadas

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domingo, 22 de enero de 2012


YO SOY MUJER


Yo soy mujer nacida para amar,
sin el amor... ¡mi vida no tiene sentido!
sin sentimientos... ¡no puedo caminar!
¡Yo sólo escucho al corazón y a sus latidos!

Voy deambulando por un mundo sin luz
en el que vuelvo a empezar donde he partido,
y en una rueda que gira sin cesar...
¡Volviendo a desandar lo recorrido!

Yo soy mujer que vive por amor
aunque ese amor tan sólo sea el mío,
son mis vivencias, mi mundo, mi interior...
¡Mil sentimientos que ocupan un vacío!

En algún tiempo lo quise compartir,
buscar un corazón gemelo al mío...
¡inútil fue! porque tan sólo conseguí
que se quedase humillado y dolorido.

Yo soy mujer que busca en el amor
esa escapada de un mundo sin sentido,
¡por eso lo protejo en mi interior
y no doy rienda suelta a su gemido!

¡Miradme pues! que yo soy como el sol,
ardiente, inalcanzable, luz divina,
un astro deambulante que marcó
su huella a fuego vivo, en cada esquina.

Yo soy esa mujer... ¡Esa soy yo!
la fría, la de lengua viperina,
la que no calla lo que piensa, la que hoy
quiere hacer ver que es una rosa con espinas.

Y sólo soy como la hoguera que arrasó
mis suciedades que al mundo contaminan,
aquella que a su alma liberó
de esas cadenas que tanto la oprimían.

Esa mujer que andando a ciegas va
tratando de pasar inadvertida,
mientras espera que le llegue un gran amor...
¡Capaz de renovarla y redimirla!

UNA TUMBA SIN NOMBRE


Cortaba la mañana del mes de Enero,
una mujer dormía con vano sueño,
bajo las tapias recias caían velos
de nieves y de escarchas sobre su pelo.

Cortaba la mañana ¡triste deseo
de aquella que dormía en el cementerio!
los cipreses augustos mirando al cielo
le tendían sus ramas para consuelo.

El frío le cubría toda la espalda,
los ruegos se encendían como una llama,
el único deseo que ella anhelara
era el estar con su hijo, que allí moraba.

Ya suplen los silencios de la mañana
las primeras visitas que ella esperaba,
que acuden con el filo de la alborada
a visitar los cuerpos que en paz descansan.

Y con mirada triste y voz de plata
echa sobre sus hombros la toca blanca,
y enganchándose al brazo de los que pasan
con su voz dolorida limosna clama:

-¡Por favor, limosnita para mi alma
que enterrada la tengo junto a la tapia!
¡que aquí duermo de noche con los luceros
para que así mi niño no tenga miedo!
y he de poner al pie de su ruin sepultura
que su madre le vela por se su criatura,
y he de poner su nombre antes de que sucumba
¡que a los pobres lo no ponen ni a los pies de la tumba!
¡favor! ¡una limosna! ¡una limosna presto!
que ya siento mi alma alejarse del cuerpo,
no pido para mí ¡oh, mi Dios de los cielos!
¡dadme para mi niño! ¡mi niño muerto!

Y así noche tras noche, rezo tras rezo
van pasando los días del mes de Enero,
y en la tapia fangosa del cementerio
esa mujer limosna les va pidiendo.

Aguantando la nieve del mes entero
ella duerme de noche, velando el sueño
de aquel que se le ha ido siendo pequeño
a dormir como un ángel el sueño eterno.
Y así pasan los meses ¡meses enteros!
que esa mujer limosna va recogiendo
para grabar el nombre, con sangre y fuego
de aquel niño que yace bajo su suelo.

Y así la han encontrado esta mañana,
con su cuerpo cubierto de fría escarcha,
los cipreses quisieron bajar sus ramas
para darle cobijo, calor y cama.

Mas ella ya se ha ido con desconsuelo,
ya jugará con su hijo allá en el cielo,
y tal vez muy poquito quizás le importe
que a su tumba tampoco pusieran nombre.

Porque es dicho y sabido que al mundo le estorbe
todo aquel que nació con la marca: “Ser pobre”
y ni siquiera tienen el consuelo final
de recibir entierro de persona normal.

Ni tienen el derecho de digna sepultura
los que en la vida nacen sin ser ricas criaturas,
y este fue mi “HOMENAJE” a esta tierra fecunda
que no se digna poner a los pobres...

¡¡¡Ni el nombre entre su tumba!!!


MARINERO


Marinero que llevas prendida tu barca
del calor de tu cuerpo, del amor de tu alma,
danzarina navega sobre alas de plata
salpicando los remos la pureza del agua.

Marinero que luces como escudo tu ancla,
y que llevas dichoso cual bandera tu barca,
al compás deleitante de su latir avanzas
imprimiendo en la arena mil lágrimas doradas.

Cual coloso triunfante sobre la mar proclamas
el amplio señorío en que tu red se escampa,
como rey absoluto del reinado del agua
ofrendas tu cosecha a las ninfas saladas.

Y desde que despiertas en sublime alborada
sin apenas descanso vas peinando las aguas
con las sirenas dulces que saludan lozanas
y las gaviotas libres agitando sus alas.

Y hasta el mismo Neptuno despierta con la danza
que efectúan los remos cuando tu barca avanza,
y la flora marina junto a la misma fauna
se entretienen jugando en tus redes de plata.

Marinero que sufres sobre tu piel la escarcha,
la tempestad marina o el calor que atenaza,
la furia de los vientos o el ciclón que te arrastra,
o el veneno furtivo con que ensucian tus aguas.

Tú sonríes al viento agitando tus alas,
dedicando tu vida al salobre del agua,
mientras llevas prendida de tu pecho aquella ancla
que adornará por siglos espumas plateadas.

Marinero que lloras mil lágrimas amargas
he de cantarte a ti mis canciones doradas
mientras lleves e escudo la pureza del alma
y lleves de bandera el calor de tu barca.

LA CARICIA PERDIDA


Se me escapa de los dedos la caricia
se me escapa... ¡hacia donde tú estás!
la caricia que nunca podrá andar en tu puerto,
aquella que se pierde sin saber dónde va.

Esa dulce ternura que vibra entre mis dedos
y que sobre tu cuerpo quisiera descansar,
aquella que se queda flotando sobre el cielo
porque no encuentra al paso a dónde reposar.

Puedo amarte esta noche, con mi amor infinito,
pero mi miedo es grande, llega a un extremo tal
que hace que me refugie en mi encierro maldito,
¡en esa mi coraza de blindado cristal!

Y queda mi caricia vagando por el aire
perdida entre los sueños que no han de despertar,
y no encuentra el camino, ¡no la detiene nadie!
la caricia perdida... volará ¡volará!

Mas si algún día sientes como una leve brisa
que estremece tu cuello cual tierno suspirar,
si te oprime los labios o aflora tu sonrisa
una mano pequeña que te toca y se va...

si la sientes, amado, cuando no estoy contigo
y crees que ha sido el viento que se ha puesto a jugar,
y que por un momento la ilusión has tenido
de que mis tiernos labios te han podido besar...

Quiero que sepas cierto que estoy ahí ¡contigo!
que siempre al lado tuyo yo habré de caminar,
que esa caricia mía que se había perdido,
que escapó de mis dedos... ¡hoy te pudo encontrar!

viernes, 20 de enero de 2012

HE DE MARCHAR


Ha pasado el tiempo, rápido y fugaz,
cual bello cometa que llega y se va.

Pasaron las horas, pasaron los días,
pasaron los meses y las alegrías.

Oh, triste momento, hoy ya realidad,
escúchame viento, escúchame mar.

Adiós no te digo, oh, tierra querida,
te digo hasta pronto en mi despedida.

Te cubre un vestido azul de percal,
a mí la tristeza porque he de marchar.

Mi canto se torna en tu voz melodía
y el tuyo se vuelve en mi alma agonía.

Lejano está el día en que quise volar
¡Hoy que ya tengo alas quisiera quedar!

Tus manos de nácar se quedan vacías
¡Qué solas tus calles! ¡Que tristes tus días!

Al filo del viento mi voz quedará,
mi triste lamento también partirá.

Y tú quedas sola ¡Oh, isla querida!
¡Tú que has sido siempre mi mejor amiga!

Tú que fuiste siempre mi guardián secreto,
en ti hay enterrados dolor y lamentos.

Espadas de fuego y llamas divinas,
amores que luego tornaronse espinas.

Minuto a minuto se fueron grabando
en tu inmensa alma ¡Sentimientos cuántos!

Miles de experiencias de dolor o gloria
que ayudan al cuerpo a formar su historia.

Mas el tiempo corre ¡Gran Angel alado!
y sueño el momento de vuelta a tu lado.

Volver a tu brisa, tu sol y tu arte
y a lágrima viva... ¡De nuevo abrazarte!

¡QUE ME QUEDA!

De todo aquel amor que gocé un día
cuando te descubrí desnudo entre la tierra,
de todo aquel amor... “Un eco repetía”
¡Qué me queda! ¡Qué me queda!

De aquel instante de luz sobre mi vida
en el que fuimos, tú como aquel Adán, yo como Eva,
de todo aquel instante... “Un eco repetía”
¡Qué me queda! ¡Qué me queda!

De aquellas caricias que yo te ofrecía
y que en ti dejaron, cielo, tan gran huella,
de aquellas caricias... “Un eco repetía”
¡Qué me queda! ¡Qué me queda!

De aquella dicha inmensa que sentía
al saberme tu eterna compañera,
de aquella dicha inmensa... “Un eco repetía”
¡Qué me queda! ¡Qué me queda!

Tras tu muerte será eterna mi agonía,
envuelta vagaré entre brumas y tinieblas,
tras tu muerte... “Un eco repetía”
¡Qué me queda! ¡Qué me queda!

Y hoy, queriendo ganar batallas con la fuerza,
en esta tosca habitación tan fría
invadiéndome el ser por la agonía
el Eco va grabando en mi cabeza
una lenta y amarga melodía
que en el último minuto de mi espera
cual por venganza en mi oído repetía...
¡Nada queda! ¡Nada queda!
¡¡¡ Nada queda !!!