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domingo, 22 de enero de 2012

UNA TUMBA SIN NOMBRE


Cortaba la mañana del mes de Enero,
una mujer dormía con vano sueño,
bajo las tapias recias caían velos
de nieves y de escarchas sobre su pelo.

Cortaba la mañana ¡triste deseo
de aquella que dormía en el cementerio!
los cipreses augustos mirando al cielo
le tendían sus ramas para consuelo.

El frío le cubría toda la espalda,
los ruegos se encendían como una llama,
el único deseo que ella anhelara
era el estar con su hijo, que allí moraba.

Ya suplen los silencios de la mañana
las primeras visitas que ella esperaba,
que acuden con el filo de la alborada
a visitar los cuerpos que en paz descansan.

Y con mirada triste y voz de plata
echa sobre sus hombros la toca blanca,
y enganchándose al brazo de los que pasan
con su voz dolorida limosna clama:

-¡Por favor, limosnita para mi alma
que enterrada la tengo junto a la tapia!
¡que aquí duermo de noche con los luceros
para que así mi niño no tenga miedo!
y he de poner al pie de su ruin sepultura
que su madre le vela por se su criatura,
y he de poner su nombre antes de que sucumba
¡que a los pobres lo no ponen ni a los pies de la tumba!
¡favor! ¡una limosna! ¡una limosna presto!
que ya siento mi alma alejarse del cuerpo,
no pido para mí ¡oh, mi Dios de los cielos!
¡dadme para mi niño! ¡mi niño muerto!

Y así noche tras noche, rezo tras rezo
van pasando los días del mes de Enero,
y en la tapia fangosa del cementerio
esa mujer limosna les va pidiendo.

Aguantando la nieve del mes entero
ella duerme de noche, velando el sueño
de aquel que se le ha ido siendo pequeño
a dormir como un ángel el sueño eterno.
Y así pasan los meses ¡meses enteros!
que esa mujer limosna va recogiendo
para grabar el nombre, con sangre y fuego
de aquel niño que yace bajo su suelo.

Y así la han encontrado esta mañana,
con su cuerpo cubierto de fría escarcha,
los cipreses quisieron bajar sus ramas
para darle cobijo, calor y cama.

Mas ella ya se ha ido con desconsuelo,
ya jugará con su hijo allá en el cielo,
y tal vez muy poquito quizás le importe
que a su tumba tampoco pusieran nombre.

Porque es dicho y sabido que al mundo le estorbe
todo aquel que nació con la marca: “Ser pobre”
y ni siquiera tienen el consuelo final
de recibir entierro de persona normal.

Ni tienen el derecho de digna sepultura
los que en la vida nacen sin ser ricas criaturas,
y este fue mi “HOMENAJE” a esta tierra fecunda
que no se digna poner a los pobres...

¡¡¡Ni el nombre entre su tumba!!!

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