INQUIETUD
Arde el furor del pecho, que me mata,
que rasga mi alegría y mi pasión,
siento un gran nudo que oprime mi garganta
y corta poco a poco mi fiel respiración.
¡Oh angustia infinita! ¡Oh muerte deseada!
¡Oh terrible inquietud que reverbera!
¡No puedo yo dejaros reflejadas
en un tenue papel lo que desea!
¿Por qué? ¿Por qué me siento tan dolida,
tan mal, tan confundida y marchitada
que no quiero vivir la triste vida
que me tiene en su son... ¡Desesperada!
No siento, ya no siento mi alegría,
se ha marchado de mis manos la esperanza,
¡Es tan cruel morir estando viva
que mi vida la muerte no rechaza!
Y tú, ¡Tú que no estás aquí a mi lado
en el momento que más te necesito!
ven por favor ¡Ven pronto mi adorado!
que mi alma no muere despacito.
Que las horas pasan monstruosamente
y están haciendo que mi ser sucumba,
y yo ya noto el frío de la muerte
y me siento ya postrada en una tumba.
Haz revivir mi alma muy deprisa
¡No te entretengas! que mi vida queda
a expensas de esa gran mano aterida
que la muerte me tiende y... ¡Se me lleva!
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